¿El aislamiento total en un país con alto déficit habitacional?


La rapidez con la que reaccionó el Gobierno de Paraguay ante la pandemia es admirable y aplaudida. La estrategia para mitigar la transmisión del virus: una combinación de aislamiento de los casos identificados, distanciamiento social para toda la población y cuarentena en el hogar para casos sospechosos, fue implementada con audacia y determinación.
Mientras la pandemia va progresando, los países están de manera exponencial implementando una serie de respuestas al COVID-19. Un informe del Imperial College de London señala que será cada vez más necesario superponer intervenciones múltiples independientemente a que la meta de política pública sea la mitigación o supresión de la transmisión del virus. Subraya que las intervenciones elegidas dependen de la viabilidad de su implementación así como de su efectividad en distintos contextos sociales.

En Paraguay, el déficit habitacional total ronda las 800.000 viviendas, afectando a más de 3.000.000 de habitantes. De ese número, aproximadamente 100.000 familias requieren la construcción de una vivienda nueva (lo que llamamos déficit cuantitativo) y se da por razones de materialidad, por la existencia de hogares agrupados o por hacinamiento excesivo. Las 700.000 familias restantes se encuentran dentro de lo que se denomina “déficit cualitativo”, es decir, tienen carencia de algún servicio básico o necesitan ampliar y mejorar sus viviendas para que sean consideradas adecuadas. Las cifras elevadas del déficit cualitativo no son exclusividad del Paraguay, el déficit en calidad es un mal de toda América Latina.

Muchos paraguayos viven hacinados en espacios reducidos con carencias relacionadas con el acceso a agua potable o saneamiento. Esta realidad nos coloca en una situación de vulnerabilidad mayor que no puede ser ignorada, sino incluida en las políticas públicas de choque planteadas ante esta pandemia. Quedarse en casa, como medida de prevención para la propagación del COVID-19, puede ser simplemente un fracaso para muchas personas en condiciones precarias de habitabilidad. Y esto sin duda podría repercutir a toda la sociedad
Hemos escuchado reiteradas veces que la mejor alternativa para aplanar la curva es el distanciamiento social o aislamiento implementado por muchos Gobiernos. Dicha medida nos obliga a todos a permanecer encerrados en casa para evitar contagios y a tomar todos los recaudos necesarios en cuanto a higiene personal y del hogar. Pero cuáles son los riesgos si vivimos en pocos metros cuadrados y compartiendo baños?. Las condiciones de habitabilidad de Italia o España, no son similares a las de Paraguay. Si esos datos los cruzamos con realidad demográfica, el resultado no es favorable para frenar el contagio: hogares más numerosos con gente joven.

En Paraguay, el promedio de integrantes por hogar es 3,9 mientras el promedio de habitaciones disponibles por hogar es 3,2. Saben qué significa eso? Muchas personas no solo comparten vivienda, sino que comparten también habitación. Del total de viviendas identificadas en el último censo, sólo el 31,1% son consideradas aceptables según el índice de calidad global de la vivienda. Y si nos detenemos a observar la demanda de ampliación de viviendas, ésta se concentra en Central, Cordillera y Capital, coincidente con las zonas donde se han identificado los primeros 22 casos de COVID-19 en Paraguay.

Desnudar estos números, debe servirnos para tomar medidas adecuadas ahora que estamos a tiempo: no hemos llegado al pico de la epidemia. Hace un par de días, leía a periodistas que indicaban que 8.187 personas habían llamado al 154 por síntomas relacionados con el COVID-19. La respuesta atinada del Ministerio de Salud, en función a las capacidades instaladas, fue en todos los casos: “QUEDATE EN CASA y cuarentena 14 días” ya que no se puede testear al 100% de personas que indiquen síntomas, a no ser que presente vínculo con alguno de los casos confirmados o los síntomas sean severos. La propuesta es lógica y correcta.

Sin embargo, podríamos agregar a la consigna la mirada habitacional. Además de reportar los síntomas al llamar al 154, reportar también las condiciones de la vivienda donde se prevé se desarrolle la cuarentena (número de personas por hogar, cantidad de habitaciones, número de baños o incluso presencia de algún adulto mayor en el núcleo familiar). Si la situación revela riesgo de contagio para los demás integrantes del hogar, entonces ofrecer que realicen su aislamiento (14 días) en instalaciones bien equipadas previstas para tal efecto por el Gobierno Nacional en conjunto con los Gobiernos Locales.

Muchos países han acondicionado Hoteles, Refugios, Universidades o Centros Comunitarios para ese fin: albergar a pacientes con síntomas leves pero alto factor de contagio. La ciudad de Los Angeles convirtió 42 centros de recreación en centros de emergencia con 6.000 nuevas camas. Oakland generó alianzas con hoteles para disponer de 393 camas para aislar a personas sin hogar que presenten síntomas. En algunos países, se han realizado construcciones temporales haciendo uso de las nuevas tecnologías para el efecto.

Las personas que viven en situación precaria o en condiciones de habitabilidad mínimas, en hacinamiento, son personas trabajadoras de todos los sectores. He conocido a maestras, enfermeras, personal de seguridad, trabajadores de la construcción, militares, agricultores, secretarias, personal de limpieza, entre muchos otros profesionales en los cientos de barrios en los que trabajé. Menciono esto, para tratar de sacarnos de la cabeza los prejuicios que a veces nos impiden dimensionar esta situación que afecta a gran parte de la población. La dificultad que puedan tener estas familias para contener la propagación, es la misma dificultad que tendrá la sociedad para hacer frente a la propagación del virus. Nuestra sociedad, y nuestra política de distanciamiento social, es tan fuerte como el eslabón más débil.

No soy doctora, ni epidemióloga, ni profesional de la salud. Desconozco si algunas de estas miradas o propuestas las están implementando desde el Ministerio de Salud o si estas variables se están tomando en cuenta por quienes están desarrollando los modelos matemáticos de la epidemia. Solo sé que nuestra población sufre aún a raíz de las condiciones mínimas en sus viviendas y que cualquier medida de distanciamiento social puede no ser suficiente en este contexto social.

Esta pandemia refuerza la relación, siempre estudiada, entre la calidad de la vivienda y la salud. Además, esta situación pone sobre el tapete la imperiosa necesidad de contar con políticas públicas que nos garanticen a todos un lugar digno para vivir (y también para hacer cuarentena, no?).

El COVID-19 todavía no mostró sus garras en el continente más desigual del mundo. Estas líneas pretenden sumar de manera proactiva algunas ideas para que estemos mejor preparados.

Sole Nuñez

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