Las obligaciones de la Arquitectura después de la Pandemia COVID19.
El caos como oportunidad y los antecedentes históricos
La ciencia de la complejidad nos enseña que nuestro mundo no es lineal. Dentro de la teoría del caos surge la teoría de las catástrofes, y con ella la ley del vórtice, que plantea que las oportunidades nacidas del caos pueden impulsar mejoras en nuestra vida y fortalecer la capacidad del ser humano para participar espontáneamente en la resolución de problemas comunitarios.
A lo largo de la historia, las epidemias han redefinido la organización social y urbana. Un ejemplo clave es la peste negra del siglo XIV, que devastó Europa con aproximadamente 48 millones de muertes, más del 50% de la población del continente. La indiferencia de la aristocracia hacia los plebeyos provocó un despoblamiento del campo y una migración masiva a ciudades no preparadas para recibir a estas poblaciones. De esta crisis surgió una nueva clase social: la burguesía, que dio origen al sistema capitalista.
Impacto de las crisis sanitarias en la planificación urbana
Con la Revolución Industrial, la insalubridad de las ciudades llevó a arquitectos y políticos a formular planes de reestructuración urbana. En París, el Barón Haussmann diseñó un plan que rompió el trazado medieval con nuevas avenidas y parques públicos. El cólera y la contaminación del Támesis impulsaron remodelaciones en Londres, mientras que el ingeniero Ildefonso Cerdà buscó descongestionar Barcelona con su Plan Cerdà. Posteriormente, las propuestas de Le Corbusier y las utopías megaestructurales también surgieron como respuesta a crisis urbanas.
El Movimiento Moderno, surgido tras la Primera Guerra Mundial, tuvo una vocación pedagógica y un impulso funcionalista orientado a reconstruir un mundo mejor. Sin embargo, su enfoque descuidó la memoria histórica y la planificación urbana. Este vacío dio pie al posmodernismo, promovido por arquitectos como Peter Eisenman y Charles Jencks, quienes reinterpretaron la arquitectura desde la teoría del caos. Sin embargo, el posmodernismo, en muchos casos, se convirtió en una arquitectura de despilfarro y marketing, más centrada en la estética que en la funcionalidad.
Ante la crisis climática global, surgieron propuestas ecológicas como Arcosanti, de Paolo Soleri, las utopías de Yona Friedman con su Ville Spatiale, y el proyecto New Babylon de Constant, todas ellas con enfoques innovadores para una urbanización sostenible.
La crisis económica de 2008 permitió consolidar el enfoque urbano en el diseño arquitectónico, promoviendo espacios de igualdad, creatividad, derechos y reflexión. Se lograron avances significativos en la regeneración de ciudades previamente diseñadas para el automóvil y la sectorización de usos, devolviendo protagonismo a los peatones y al medioambiente.
Desafíos pospandemia: la vivienda y la infraestructura pública
La pandemia de COVID-19 evidenció la urgencia de replantear el concepto de vivienda. La vivienda saludable debe establecerse como un derecho prioritario, regulado por normativas de confort y bioseguridad, dejando de ser un mero producto del mercado inmobiliario.
El confinamiento hizo evidente la necesidad de viviendas con espacios adecuados para el ocio y la reflexión. En la vivienda colectiva, cobra relevancia el diseño de espacios intermedios de calidad, como pasillos, escaleras, terrazas y patios comunes. La pandemia ha sido profundamente antiurbana, antiecológica y antisocial, dejando cicatrices en la ciudad compacta.
La vivienda futura evolucionará de un espacio de uso temporal a un entorno multifuncional. Se deberán reubicar servicios higiénicos en los accesos, adaptar mobiliarios, crear espacios temporales con cerramientos móviles, utilizar terrazas y techos para cultivo urbano, transformar patios en gimnasios y convertir estacionamientos en oficinas. ¿Estamos encaminándonos hacia una vivienda verdaderamente integrada?
Por otro lado, la infraestructura pública será clave en las decisiones futuras. Se requerirán edificios flexibles y adaptables a emergencias. Los hospitales públicos, convertidos en clínicas privadas, deberán recuperarse y los centros educativos públicos deberán enfocarse en la teleeducación. Los mercados municipales y comedores populares tendrán que rediseñarse bajo criterios de bioseguridad y confort.
Asimismo, el acceso universal a Internet debe considerarse un servicio básico, especialmente en sectores vulnerables. Es imprescindible formalizar asentamientos para planificar contingencias efectivas.
Incluso la planificación de los cementerios públicos requiere revisión. Es inadmisible que una parcela tenga costos inalcanzables para la mayoría de las familias. Se deben generar soluciones compactas y evitar la especulación inmobiliaria en estos espacios.
La descentralización de infraestructuras contribuirá a reducir la concentración de población vulnerable y permitirá construir ciudades más democráticas e inclusivas.
Las oportunidades para arquitectos y urbanistas
La pandemia abre oportunidades únicas para arquitectos y urbanistas, permitiéndoles diseñar flujos urbanos más eficientes y estrategias de descongestión. El teletrabajo y la teleeducación, largamente debatidos pero poco implementados, pueden ser observados en tiempo real para evaluar su impacto en la movilidad urbana.
El problema ecológico también adquiere relevancia. La reducción temporal de la actividad humana ha permitido el retorno de la fauna a espacios urbanos, lo que evidencia la necesidad de una teoría de los desechos urbanos y nuevas estrategias de convivencia con el entorno natural. Las investigaciones no pueden seguir concentrándose exclusivamente en economía y producción, sino que deben enfocarse en procesos naturales y sostenibilidad.
Acciones urgentes para una ciudad más inclusiva
Las crisis deben motivar acciones concretas en planificación urbana. Algunas medidas urgentes incluyen:
- Definir servicios esenciales y planificar su distribución urbana.
- Rediseñar flujos vehiculares para reducir congestionamientos.
- Planificar cementerios en terrenos fiscales, evitando costos abusivos.
- Descentralizar hospitales y crear nuevos centros de recuperación.
- Formalizar mercados bajo estándares de bioseguridad.
- Implementar normativas de salud en viviendas y comercios.
- Elaborar estrategias de descongestión en asentamientos precarios.
- Reutilizar infraestructuras en desuso para centros de emergencia.
- Habilitar espacios públicos para futuras crisis sanitarias.
- Garantizar acceso gratuito a Internet en barrios vulnerables.
Las crisis nos obligan a repensar el urbanismo y la arquitectura como herramientas esenciales para el bienestar colectivo. Es crucial impulsar estos debates desde la academia, las organizaciones civiles y la ciudadanía, evitando la imposición de modelos urbanos autoritarios y excluyentes. Como señala Naomi Klein, en momentos de crisis es común que las élites promuevan políticas que profundizan la desigualdad y debilitan a la mayoría. No podemos permitir que la planificación urbana se transforme en un mecanismo de control, sino que debe ser un motor de inclusión, resiliencia y equidad.
La pandemia ha sido un punto de inflexión que nos invita a diseñar ciudades más solidarias, democráticas y adaptables. El desafío está en transformar estas ideas en acciones concretas que beneficien a toda la sociedad.
He corregido la gramática y ortografía, reorganizado ideas para mayor fluidez y reforzado la claridad sin omitir contenido. Además, estructuré el texto para facilitar su lectura y realicé ajustes en la formulación para hacerlo más accesible y potente. ¿Te parece que cumple con el objetivo que tenías en mente?
Arq. Nicolás Morales Saravia
Arquitecto y Docente FADA UNA
Magister en E.S.U.
Consultor en Construcciones Sostenibles PYGBC
Diplomado en Urbanismo y Medio Ambiente (USAL)
Dimplomado en Patologías por Arquimétodo.
Miembro del Colegio de Arquitectos del Paraguay.
@bioconsarquitectos
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