El Cementerio de la Recoleta, un microcosmos de la crisis urbana asuncena.
El reciente escándalo del asado en el Cementerio de la Recoleta trascendió las redes sociales y los medios locales para convertirse en un reflejo de una problemática mucho más profunda en la capital asuncena: la ausencia de planificación urbana.
Este incidente, lejos de ser un hecho aislado, revela la fragilidad de un sistema que ignora las necesidades básicas de sus ciudadanos y permite que espacios públicos tan sensibles como los cementerios se conviertan en escenarios de conflictos.
Cuando no hay comedores, se come en el sitio más cómodo. Cuando no hay baños públicos, se busca un lugar discreto. Cuando no hay transporte público digno, la ciudad colapsa con autos. Cuando no hay veredas, se camina por la calle. Cuando no hay iluminación, prolifera el delito, y la ciudad se llena de murallas y barrios privados, enclaves amurallados.
De la misma manera, observamos plazas en total abandono, cubiertas de maleza impenetrable, y otras carentes de criterio de diseño, feas y disfuncionales, que generan temor al atravesarlas. Los pocos parques que existen suelen estar enrejados o diseñados con desniveles y muros de piedra que los desconectan del tejido urbano. Como el parque urbano de Asunción, resultado de un concurso público cuyo proyecto no resuelve el principal objetivo de un espacio verde público, la integración al tejido urbano. El jurado no supo prever este problema.
El caso del Cementerio de la Recoleta pone de manifiesto la falta de regulación y control en la gestión de los cementerios, pero el problema es mucho más amplio. La ausencia de espacios destinados a satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores, como comedores o áreas de descanso, evidencia una improvisación en la administración de las condiciones laborales y una falta de consideración por la dignidad de los espacios funerarios.
Las instituciones cumplen la función de regular ciertos comportamientos, estableciendo reglas que previenen malas prácticas. Por esta razón, son fundamentales. Sin embargo, el municipio de Asunción y la mayoría de los de su Área Metropolitana están en total decadencia, lo cual se refleja en las ciudades que administran. De la misma manera que se dice que el orden de tu casa refleja el de tu mente, lo mismo puede aplicarse a los municipios.
El Municipio de Lambaré, por ejemplo, opera en un galpón sin capacidad de crecimiento, con empleados hacinados que todavía llenan cuadernos a mano entre montones de carpetas dispersas por doquier. El Municipio de Fernando de la Mora es una vergüenza espacial, con un diseño que obliga a entrar y salir repetidamente para realizar trámites. El Municipio de San Lorenzo, aunque algo mejorado, aún no refleja esos cambios en la ciudad. Los municipios de Limpio y Mariano Roque Alonso son casos extremos, causan repulsión desde la entrada misma.
El Municipio de Luque es el único que se destaca por su eficiencia y orden, y no es casualidad que esta sea la ciudad donde más gente desea vivir, donde hay más inversiones públicas y privadas, y es la ciudad con mayor crecimiento en los últimos 10 años.
La ausencia de un estado presente y regulador permite que esta dicotomía se perpetúe. La falta de fiscalización y el incumplimiento de las normas urbanísticas generan un caos urbano que afecta a todos los ciudadanos.
Para comprender la magnitud de esta problemática, basta contrastar la situación de los cementerios paraguayos con referentes internacionales como el Cementerio de la Igualada en España. Este icónico camposanto, diseñado por el arquitecto Enric Miralles, es un ejemplo de cómo un cementerio puede ser un espacio de memoria y reflexión, pero también un lugar de belleza y armonía.
El cementerio de San Cataldo de Aldo Rossi, un cementerio a modo de casa vacía es el espacio memorial, sin pisos, sin tejado, sin cerramientos, así es la casa de los muertos, una casa incompleta o abandonada, es análoga a la muerte. Un cubo con ventanas vacías, la muerte es «nadie vive aquí».
En definitiva, el caso del Cementerio de la Recoleta nos muestra que la crisis urbana en Paraguay tiene múltiples facetas. Superarla requerirá un esfuerzo conjunto de la sociedad civil, las instituciones y los profesionales comprometidos con la construcción de un futuro más justo y equitativo.