Un viaducto que repite errores del pasado, la falsa solución de las autopistas elevadas.


La decisión del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) de impulsar un viaducto urbano de 4 km en Luque confirma una tendencia persistente de seguir apostando por modelos viales anacrónicos que privilegian al automóvil sobre el transporte público masivo. A pesar de que el Plan de Movilidad AMA-KOICA 2024 recomendaba priorizar corredores de buses rápidos (BRT), tren ligero (LTR) y redes de integración modal, el Estado vuelve a destinar más de 180 millones de dólares a una obra que aliviará la congestión por algunos años, para luego reproducir el mismo colapso en puntos más adelante.

Paisaje, patrimonio y memoria en riesgo.

La autopista Ñu Guazú es hoy el único acceso a Asunción que aún mantiene cierta dignidad paisajística agradable, de un lado, el Parque Ñu Guazú, y del otro, el Comité Olímpico Paraguayo y algunas áreas contiguas que conservan su carácter natural. Este corredor, sin embargo, ya se encuentra parcialmente degradado por la presencia del puente Ñandutí (una obra que debía ser imperceptible y terminó imponiéndose como un artefacto desproporcionado) y por la proliferación de carteles publicitarios; encima añadir ahora un viaducto en su extremo significará sellar definitivamente la pérdida de la última entrada natural de la capital.


Autopista de Ñu Guasú Luque, Pasarela Ñandutí.

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A este deterioro paisajístico se suma una herida aún más profunda, cimentar el trazado sobre la franja del antiguo ferrocarril Asunción-Ypacaraí. En lugar de rehabilitar esa infraestructura para transporte masivo, una oportunidad histórica para reactivar la memoria ferroviaria y el patrimonio urbano que si solucionaría la congestión del sector, se opta por cubrirla con hormigón elevado. El Hotel Bourbon y las áreas circundantes serán directamente impactados, mientras que barrios enteros quedarán condenados a la sombra y al ruido del viaducto.


Presumible trayecto de 4km de autopista elevada.

La experiencia internacional, viaductos como instrumentos de segregación.

La historia del urbanismo ofrece lecciones claras, en Estados Unidos por ejemplo, durante la era de Robert Moses en Nueva York y en múltiples ciudades del Rust Belt, los viaductos se usaron deliberadamente para dividir comunidades, separaban barrios pobres y afroamericanos de los centros urbanos, deterioraban el tejido social y aceleraban el abandono de esas zonas. Décadas después, esas mismas estructuras debieron ser demolidas o reconvertidas porque se volvieron obsoletas, caras de mantener y socialmente tóxicas.

Hoy, ejemplos de ciudades como San Francisco (demolición del Embarcadero Freeway) o Seúl (el retiro del viaducto sobre el arroyo Cheonggyecheon) muestran un cambio de paradigma, desmontar estas infraestructuras para recuperar espacio público, mejorar el medio ambiente y devolver vida a los centros urbanos. Paraguay, en cambio, parece caminar en sentido contrario, repitiendo fórmulas que otros ya abandonaron.

El espejismo de la fluidez vehicular.

El discurso oficial promete reducción de tráfico en Luque, sin embargo, la evidencia local contradice esa narrativa, el viaducto del Jardín Botánico en Asunción colapsa en hora pico, trasladando el embotellamiento más adelante, el viaducto de Aviadores y Madame Lynch de la misma forma. El problema estructural es siempre el mismo, al aumentar la capacidad vial para autos privados, se genera el efecto inducción de demanda, más conductores adoptan el vehículo como opción principal, saturando rápidamente la nueva infraestructura, un círculo vicioso de obras costosas que fracasan en el corto plazo.


Viaducto Aviadores y Madame Lynch Asunción Luque

Paraguay enfrenta serias limitaciones presupuestarias, pese a encontrarse en una etapa de crecimiento económico, destinar entre 180 y 200 millones de dólares a un viaducto que solo aliviará el tráfico por un corto período constituye, por tanto, una apuesta regresiva. Mientras tanto, el transporte público atraviesa una crisis estructural, flotas obsoletas, rutas superpuestas, falta de integración modal y ausencia de planificación metropolitana. La Encuesta de Movilidad del INE revela las consecuencias: en el Área Metropolitana de Asunción (AMA), el 57,4% de la población depende de vehículos privados, cuando en las ciudades más latinoamericanas más desarrolladas esa cifra rara vez supera el 40%, y en la europeas el 30%. Esta desproporción no solo provoca congestión, sino que también incrementa la siniestralidad vial y multiplica los costos ambientales y sociales.

Luque sin planificación.

El caso de Luque es paradigmático, carece de un plan urbano integral apenas dispone de un plan regulador que no se cumple tampoco, no dispone de un plan de movilidad local, y ahora será atravesada por un artefacto que degrada el tejido urbano. La experiencia demuestra que los espacios bajo los viaductos suelen convertirse en zonas marginales, inseguras y estéticamente deterioradas, se trata de una intervención que no dialoga con la ciudad, sino que la fragmenta.

El contraste con los Juegos ASU 2025 que han demostraron que el país sí puede planificar y ejecutar proyectos de gran envergadura cuando hay coordinación institucional, objetivos claros y trabajo técnico sostenido. La construcción por ejemplo de la pileta olímpica en solo diez meses no fue un parche improvisado, sino el resultado de un plan articulado que involucró al Gobierno, al Comité Olímpico, a la Secretaría Nacional de Deportes y a más de 500 técnicos trabajando en conjunto, esa infraestructura no solo cumplió con estándares internacionales, sino que además dejó un legado duradero para el deporte paraguayo.

Ejemplos sobran.


Bilbao


Ámsterdam

 
Seúl


Singapour

Cuando existe planificación, las inversiones generan impacto sostenible, en cambio, obras como el viaducto de Luque responden a lógicas de urgencia y de parche urbano, sin visión de integral, sin articulación institucional ignorando los planes y diagnósticos existentes. El Plan de Movilidad AMA-KOICA 2024 sintetiza y actualiza los diagnósticos previos, proponiendo corredores de transporte masivo, reorganización de líneas de buses y centros de integración modal. El Plan AsuViva 2017, impulsado a nivel municipal, introdujo medidas para ordenar el tránsito, reducir la dependencia del automóvil y fomentar alternativas de movilidad sostenible. Y el Plan Estratégico Metropolitano (PEMA, 2015), desarrollado por el BID y el MOPC, planteó una visión integral para la modernización del transporte público, articulando dimensiones sociales, ambientales, urbanísticas y de gobernanza en los 28 municipios del área de influencia de Asunción.

Pasar por alto estos planes no solo debilita la coherencia entre políticas, sino que perpetúa la práctica de invertir en obras costosas y aisladas que no generan sinergia con una estrategia metropolitana de movilidad sostenible.

El viaducto elevado de Luque no es una obra de futuro ni mucho menos, es la repetición de un modelo de mediados del siglo XX que hoy está en retirada en el mundo. Con recursos limitados, Paraguay debería apostar a un transporte público masivo, seguro y sostenible, en lugar de insistir en soluciones que ya han demostrado su fracaso, persistir en este camino no solo degradará el paisaje y el patrimonio urbano, sino que hipotecará la posibilidad de construir una movilidad justa, eficiente y democrática.

Arq. Nicolás Morales Saravia
Arquitecto y Docente FADA UNA
Magister en E.S.U.
Consultor en Construcciones Sostenibles PYGBC
Diplomado en Urbanismo y Medio Ambiente (USAL)
Dimplomado en Patologías por Arquimétodo.
Miembro del Colegio de Arquitectos del Paraguay.
@bioconsarquitectos