El desgarrador desmonte de Asunción.


El pasado miércoles, la Junta Municipal de Asunción aprobó el pliego de bases y condiciones para la subasta de seis hectáreas ubicadas en la Costanera Norte. Lo hizo sin haber actualizado ni aprobado previamente el plan regulador correspondiente. Esta decisión genera preocupación, no solo por la falta de transparencia en el proceso, sino por lo que implica en términos de planificación urbana. ¿Cómo se puede vender parte del espacio público más valioso de la ciudad sin contar con una hoja de ruta clara que indique cómo se debería desarrollar?

Asunción es el hogar de todos, nuestro oga guasu, nuestra gran casa común. ¿A quién se le ocurriría ampliar o remodelar su casa sin contar con planos, sin un proyecto bien definido, sin saber si los cambios respetan la estructura, el entorno o las necesidades futuras?

Construir sin planificación no solo es irresponsable, sino que pone en riesgo el derecho de todos los ciudadanos a una ciudad habitable, accesible y ordenada. Una subasta sin un marco regulatorio actualizado deja espacio para desarrollos improvisados que pueden beneficiar a unos pocos y perjudicar a la mayoría.


Foto UH / Imagen generada por IA

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Sumado a esto, dos predios de alto valor paisajístico para los ciudadanos, uno en el barrio San Vicente sobre la Av. Félix Bogado y otro sobre la calle en Isla de Francia del barrio San Jorge, con más de 100 árboles cada uno, han sido completamente deforestados para la construcción de negocios urbanos.

Estos dos predios pertenecían a los funcionarios de la ANDE y del IPS respectivamente, dos organismos gubernamentales que deberían velar primero por los intereses ciudadanos sobre lo privado. Además de su valor ambiental y social en una capital desordenada y poco planificada, sin espacios verdes equidistantes, estos predios eran hitos urbanos que formaban parte de la identidad de estos barrios.

Los lugares que habitamos están impregnados de recuerdos y experiencias que forman nuestra identidad. Habitar es, en parte, un acto de recordar y mantener viva la historia personal y colectiva. Los mejores recuerdos cuando se visita una ciudad se crean caminando por sus veredas, parques, y visitando patrimonios y museos. Nadie se enorgullece de sus recuerdos encerrados en centros comerciales o galerías.

Una ciudad sin planificación en el siglo XXI será enfermante.

El cerebro funciona bien con el orden. La teoría de la Gestalt ha estudiado que el desorden genera ansiedad porque representa peligro, activando el cerebro reptiliano y primitivo que genera esta ansiedad.

Históricamente, las plazas ordenaban la ciudad. Eran el punto de partida desde donde se desarrollaban las calles y los edificios. Sin embargo, desde los años 80, la lógica económica liberal ha invertido este orden, priorizando el espacio privado sobre el público. El espacio público ha quedado residual, creado después de que se ha proyectado y construido el espacio privado.

Desde la Antigua Grecia, donde el ágora era el punto de encuentro para la asamblea y el comercio, la plaza ha sido el lugar donde se construye la identidad urbana y la vida comunitaria. Nuestra época ha sufrido gravemente debido a esta visión estrecha y la falta total de planificación.

La modernidad y el consumismo han transformado el concepto de ocio urbano de espacios públicos abiertos a espacios cerrados de consumo, como centros comerciales, cines, hipermercados y galerías comerciales, seduciendo a los ciudadanos con comodidad, confort y seguridad. Pero, ¿realmente los reemplaza?

Los espacios naturales relevantes son esenciales en las ciudades y cada día hay menos. Las áreas verdes, el sistema hídrico de acuíferos, lagos, lagunas, manantiales, humedales, cauces de arroyos y ríos, las singularidades topográficas del territorio, el sistema de parques y verdes suburbanos ordenan el territorio y lo equilibran.

La ciudad debe crecer, pero el territorio debe permanecer. La clave es el diálogo y el equilibrio entre el patrimonio verde y el construido. El paisaje no es solo un fondo decorativo, sino un elemento activo que influye en la vida y la percepción de las personas. Habitar implica estar en sintonía con el paisaje y dejarse influir por él.

La venta de un patrimonio tan valioso y estratégico para el futuro de Asunción es irresponsable e inmoral. La subasta de las tierras de la Costanera es el colmo de una administración que no tiene ideas para sustentar su gestión. ¿A quién se le ocurre vender la propiedad de sus ancestros a una fracción de su valor? ¿A quién?

Asunción no posee costa marítima, montañas, grandes vistas panorámicas, ni un patrimonio arqueológico importante. Tampoco cuenta con atracciones culturales, deportivas o de entretenimiento significativas. Su mayor valor, lo que le da identidad y la diferencia del resto, es su naturaleza exuberante, el verde acompañado de sus ríos y arroyos. Esta naturaleza es tan importante como la familia, las tradiciones y los amigos; son valores que nos enorgullecen y emocionan. Con cada espacio verde que se pierde, también se pierde identidad, arraigo y orgullo.

El sociólogo y antropólogo Néstor García Canclini sostiene «primero está la cultura, luego la política y luego la economía» significa que, según su perspectiva, la cultura es el fundamento de cualquier sociedad, y que la política y la economía deben ser entendidas y desarrolladas en función de esta base cultural.

  1. La cultura incluye los valores, creencias, costumbres y expresiones artísticas de una sociedad. García Canclini sugiere que estos elementos son esenciales y constituyen la base sobre la cual se construye la comunidad.
  2. La política debe emerger de y ser influenciada por la cultura. Esto significa que las decisiones políticas deberían reflejar y respetar las tradiciones y valores culturales de la sociedad.
  3. Finalmente, la economía debería estar al servicio de la cultura y la política, no al revés. La economía no debe dictar los términos de la vida cultural y política, sino que debe ser un medio para apoyar y sustentar estos ámbitos.

La idea es que la cultura da sentido y dirección a la vida social y que la política y la economía deben alinearse con ella para fomentar una sociedad más justa, equitativa y enriquecida. Aquellos que creen que la economía es lo único que importa, padecen anhedonia.

La falta de planificación y la prioridad dada al desarrollo privado sobre el espacio público están llevando a Asunción y sus alrededores a un estado de deterioro ambiental y social angustiante. 

Es crucial recordar que los espacios verdes y bien planificados son esenciales para el bienestar y la identidad de los ciudadanos. La tendencia a sacrificar estos espacios por intereses económicos a corto plazo no solo perjudica el medio ambiente, sino también la calidad de vida de todos ricos y pobres. La protección y el equilibrio entre el patrimonio natural y construido deben ser una prioridad en la planificación urbana para asegurar un futuro sostenible y saludable para todos.

Arq. Nicolás Morales Saravia
Arquitecto y Docente FADA UNA
Magister en E.S.U.
Consultor en Construcción SOSTENIBLE (PYGBC)
Diplomado en Urbanismo y Medio Ambiente (USAL)
Especializado en PATOLOGÍAS AR
Miembro del Colegio de Arquitectos del Paraguay.
@bioconsarquitectos