Oficinas Curuguaty
Autor: Mínimo Común Arquitectura. Verónica Villate + Solanito Benítez + Sergei JermolieffProfesión: Arquitecto/aProyectista: Mínimo Común Arquitectura. Verónica Villate + Solanito Benítez + Sergei JermolieffColaboradores: Osvaldo Aguilera + Juan Salvare + Paulina Galeano + Hassan Yaryes.Construcción a cargo: Mínimo Común ArquitecturaCiudad/Departamento: Curuguaty, ParaguayIdea / Resumen: Fotografia: Daniel Ojeda
1- Suelo: Lo primero, debíamos controlar el territorio de una manera sutil. Imaginamos una línea en el paisaje, que nos permita observar lo que pasaba a nuestro alrededor, protegernos de otros animales e insectos y protegerlos. Para lo cual hicimos un movimiento que nos permitiese estar a 1.5 metros del suelo, una plataforma.
2- Cubierta: Una vez conseguido el control sobre el territorio proyectamos una sombra. Como primera condición necesaria en un clima en el que los 45 grados centígrados son cosa de todos los días.
Una sombra que albergue a la propia construcción, dirija los vientos y acopie las aguas, para que en su propio proceso constructivo permitiese dar cobijo a los obreros y posteriormente salvaguardar la interacción de las personas debajo de la misma.
Una vez que entendimos la importancia de la sombra, pensamos en cómo podríamos realizarla, liviana y económica. Encontramos en los cabos un elemento muy eficiente.
La catenaria nos sonreía.
La estructura funcionaría como un diagrama de momento flector, los perfiles IPN en las puntas trabajarían solo a la compresión y los cabos a la tracción nos brindan 45 metros de luz con la simpleza de un trazo en el aire.
3- Materialidad: A la hora de construir las oficinas no teníamos muchas opciones de materiales. Construimos las oficinas enteramente de tierra, fabricando cada ladrillo en el lugar, con el uso de una prensa. Llevamos solo los materiales que no se podían destruir en el camino, hierros, cabos y cemento. Lo demás nos proveía el terreno.
4- Parasol: Protegernos del sol y dotar a las oficinas de privacidad, era la necesidad imperativa. Desde el interior en la proximidad a los muros entenderíamos el paisaje de otra manera. Desde el horizonte se perdería en las sombras el vivir cotidiano dentro de estos muros transparentes.
Dicho parasol, fue construido del mismo material que las paredes, de tierra, pero esta vez sin cemento. Lo que nos permitió borrarlo con agua quedando solo las líneas del mortero, como lo haría el paso del tiempo. Devolvímos la tierra una vez más al suelo. A la vida.
5- Agua: Aprovechando la curva de la catenaria juntamos el agua de lluvia en un espejo, permitiéndonos reutilizarla, la bombeamos hasta el punto más alto de las chapas para luego distribuirla y así enfriar todo el techo, en un circuito constante de generación de microclima fresco y húmedo, para humanos y plantas que tras el paso del tiempo terminaran tomando todo el proyecto.
Esta breve descripción, sincera y sin muchos preámbulos es nuestra declaración de amor y de intenciones para con el mundo, escrita en piedra o ladrillos o tierra mejor dicho.
1- Suelo: Lo primero, debíamos controlar el territorio de una manera sutil. Imaginamos una línea en el paisaje, que nos permita observar lo que pasaba a nuestro alrededor, protegernos de otros animales e insectos y protegerlos. Para lo cual hicimos un movimiento que nos permitiese estar a 1.5 metros del suelo, una plataforma.
2- Cubierta: Una vez conseguido el control sobre el territorio proyectamos una sombra. Como primera condición necesaria en un clima en el que los 45 grados centígrados son cosa de todos los días.
Una sombra que albergue a la propia construcción, dirija los vientos y acopie las aguas, para que en su propio proceso constructivo permitiese dar cobijo a los obreros y posteriormente salvaguardar la interacción de las personas debajo de la misma.
Una vez que entendimos la importancia de la sombra, pensamos en cómo podríamos realizarla, liviana y económica. Encontramos en los cabos un elemento muy eficiente.
La catenaria nos sonreía.
La estructura funcionaría como un diagrama de momento flector, los perfiles IPN en las puntas trabajarían solo a la compresión y los cabos a la tracción nos brindan 45 metros de luz con la simpleza de un trazo en el aire.
3- Materialidad: A la hora de construir las oficinas no teníamos muchas opciones de materiales. Construimos las oficinas enteramente de tierra, fabricando cada ladrillo en el lugar, con el uso de una prensa. Llevamos solo los materiales que no se podían destruir en el camino, hierros, cabos y cemento. Lo demás nos proveía el terreno.
4- Parasol: Protegernos del sol y dotar a las oficinas de privacidad, era la necesidad imperativa. Desde el interior en la proximidad a los muros entenderíamos el paisaje de otra manera. Desde el horizonte se perdería en las sombras el vivir cotidiano dentro de estos muros transparentes.
Dicho parasol, fue construido del mismo material que las paredes, de tierra, pero esta vez sin cemento. Lo que nos permitió borrarlo con agua quedando solo las líneas del mortero, como lo haría el paso del tiempo. Devolvímos la tierra una vez más al suelo. A la vida.
5- Agua: Aprovechando la curva de la catenaria juntamos el agua de lluvia en un espejo, permitiéndonos reutilizarla, la bombeamos hasta el punto más alto de las chapas para luego distribuirla y así enfriar todo el techo, en un circuito constante de generación de microclima fresco y húmedo, para humanos y plantas que tras el paso del tiempo terminaran tomando todo el proyecto.
Esta breve descripción, sincera y sin muchos preámbulos es nuestra declaración de amor y de intenciones para con el mundo, escrita en piedra o ladrillos o tierra mejor dicho.