Hay que empezar por las veredas.
A raíz del desconcierto ciudadano por las intervenciones de urbanismo táctico del concurso Calle.Idea impulsado por @PNUDPARAGUAY y @MUVHPY que se llevaron a cabo en la ciudad de Fernando de la Mora, extendemos nuestro apoyo a inversiones rápidas y sencillas en favor del peatón, ya que, conocemos la realidad de los planes urbanos cajoneados y sin implementar por municipios ineficientes y cortoplacistas.
Por otra parte, el urbanismo táctico es muchas veces incomprendido, cuando se hace mal arrastra serias dificultades, pero cuando se hace bien genera resultados rápidos y muy positivos en movilidad, seguridad, arte y cultura, civismo, integración urbana, etc, por ello la primera fase de sensibilización social es fundamental y lleva tiempo.
Pero, sin veredas decentes no hay táctica que funcione.
En la capital las Ord. N° 6/92, Ord. N° 25/96, Ord. N° 329/06, Ord. N° 19/11 y la Ord. N° 217/12, indican claramente como deben diseñarse y construirse las veredas por parte del frentista, no han servido para nada.
Las veredas menospreciadas por los municipios deben ser abordadas y reconstruidas en la mayoría de nuestras ciudades, las veredas decentes cambian el comportamiento de los ciudadanos, a nadie se le cae un papel en un Shopping, que no es más que una vereda ancha con control privado de seguridad y climatizada. Los recuerdos de las mejores ciudades están relacionados con largas caminatas sobre veredas anchas, agradables, decentes y seguras, por más que se invierta en paisajismo, urbanismo táctico y mantenimiento de plazas, sin veredas continuas e inclusivas los ciudadanos no se sienten estimulados para llegar a dichos espacios.
Los países que ofrecen muy poco a la sociedad en general, seguridad, cultura, infraestructura, ocio, etc, genera ciudadanos que se mueven básicamente por necesidad, superficiales y apáticos, violentos e intolerantes, sobre estimulados por la globalización procuran comprar experiencias que les llega por pantallas y la ciudad no brinda. Una ciudad sin veredas, se convierte en un no lugar, acuñado por el antropólogo francés, Marc Augé como lugares transitorios sin importancia, un aeropuerto, una terminal, un lugar de paso.
En ciudades como Limpio o Ñemby que han crecido rápidamente se observa como la gente camina por las calles, porque no existen veredas literalmente, o son extremadamente estrechas, gente casi corriendo apresurada tratando de meterse en su automóvil o refugio porque la ciudad sin veredas expulsa al peatón.
Las ciudades vivas decentes seguras para caminar, las personas no se mueven únicamente por trabajo, se mueven por ocio, por cultura, curiosidad, integración y salud, se desarrollan sensibles y empáticas, pensativas y creativas, solidarias y profundas, la sencilla acción de invertir en veredas enriquece el comportamiento y la vida de toda la sociedad, es hora que los municipios se encarguen de reconstruir las veredas.
Arq. Nicolás Morales Saravia
Arquitecto y Docente FADA UNA
Mag. E.S.U.
Especializado Arquitectura y Medio Ambiente (USAL) / LEED GA / PATOLOGÍAS
@bioconsarquitectos